María del Carmen Soler Sáez
El
dióxido de carbono, CO2, es una fuente de carbono económica y
renovable especialmente activa para la producción de combustibles y productos
químicos debido a su bajo costo, alta abundancia y relativa falta de toxicidad.
El metanol es uno de los productos químicos más atractivos y demandados puesto
que permite la preparación de muchos productos químicos comerciales de alto
valor. La demanda mundial de metanol en 2016 fue de
casi 80 millones de toneladas métricas.
Nilay Hazari y Wesley H.Bernskoetter junto
al resto de investigadores[1] describen
un complejo de pinzas de hierro (II) homogéneo para la generación catalítica de
metanol a partir de CO2 y H2 a través de un proceso de
dos pasos. La reducción de CO2 ocurre a través del acoplamiento
inicial con H2 y una amina para dar una formamida. Posteriormente,
la formamida se somete a hidrogenación desaminativa catalítica para
proporcionar metanol y regenerar la amina.[2]
Estos sistemas de pinzas de hierro son
los promotores de metales básicos más activos y productivos para varias
transformaciones catalíticas que permiten lograr elevados TON (moles de producto
obtenido/ moles de catalizador) con la adición de cocatalizadores basados en
ácidos de Lewis. Por lo tanto, estos catalizadores soportados por los ligandos PNP
son excelentes candidatos para estudiar la hidrogenación de CO2 a
metanol en presencia de una amina, ya que pueden realizar los dos pasos
independientes en la reacción en tándem propuesta.[3]
Aunque se han utilizado fundamentalmente
sistemas de metales preciosos, complejos de rutenio, como catalizadores en reacciones
de hidrogenación catalítica de CO2 para la obtención de metanol, el
desarrollo de catalizadores metálicos económicos y abundantes en la tierra para
esta reacción proporcionaría una alternativa más sostenible.
Bibliografía:
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